*Tarifas subieron 200 %; cinco pozos anunciados no atenderán en zona alta y pipas operan en otros municipios, señalan vecinos
Ixtapaluca, Edomex. En la colonia Rey Izcóatl, en Ixtapaluca, el agua en casa de la familia Ramírez ya no se mide por horas, sino por minutos. Tres veces por semana, un chorro débil y vacilante les concede apenas dos horas para llenar apresuradamente botes y cubetas que se han convertido en el eje de su existencia diaria; seis horas de servicio a la semana son todo lo que reciben. Esta escena, repetida en miles de hogares, es la expresión más cruda de una crisis hídrica que se ha tornado asfixiante en el Estado de México.
“Nos hemos acostumbrado a sobrevivir con lo mínimo y cuando no alcanza tenemos que recurrir a pagar por que una pipa del mismo gobierno nos traiga agua”, nos dijo María, vecina de dicha colonia.
Tras dos años del inicio del mandato de la gobernadora Delfina Gómez Álvarez, la promesa de cambio se ha desvanecido, y la sed es ahora la realidad más palpable. Las cifras oficiales tiñen de urgencia este panorama: cerca del 60 % de las presas, embalses y acuíferos de la entidad se encuentran agotados, mal utilizados o en estado crítico de sobreexplotación.
En el Valle de México, el volumen de agua disponible por habitante ha caído de 191 m³ en 2005 a 139 m³ en 2025, y podría llegar a 136 m³ en cinco años, alertaron investigadores de la UNAM durante una mesa redonda realizada en marzo pasado en la Facultad de Economía.
La situación empeora debido a una inadecuada gestión. El especialista en economía ambiental de la UNAM, Eduardo Vega López, destacó que buena parte del agua de lluvia no se aprovecha sino que termina en el drenaje. Advirtió que México se calienta 2.5 veces más rápido que el promedio global, lo que “acentúa la presión hídrica, especialmente cuando no existen infraestructuras para capturar o reutilizar ese recurso natural”.
En este escenario adverso, el reciente anuncio estatal sobre la construcción de cinco nuevos pozos en Ixtapaluca representó un débil faro de esperanza. Es notable, considerando que ni el gobierno estatal ni el municipal habían hecho algo durante los últimos cuatro años.
Pero la ilusión se desvaneció pronto: ninguno de los pozos estará en la zona alta, donde unas 80 mil familias enfrentan cortes constantes de agua.
“Esta exclusión revive sospechas sobre el uso político del recurso. Resulta difícil soslayar que ya existía un proyecto viable para esa misma zona, impulsado por la exalcaldesa Maricela Serrano Hernández y avalado por estudios geográficos que identificaban agua en el subsuelo. Ignorar ese avance y negar el servicio justo a quienes no simpatizan con el actual alcalde, Felipe Arvizu, refuerza, según los vecinos, la percepción de que la necesidad se está usando como castigo”, aseguró el delegado José Luis Piñones.
Se suman a esas tensiones denuncias virales de que pipas del organismo local Opdapas Ixtapaluca han sido vistas vendiendo agua en la Ciudad de México y municipios vecinos.
Para los habitantes de la zona alta, el mensaje es claro: mientras se gestan oportunidades de negocio con los nuevos pozos y las pipas, ellos quedan excluidos. Aunque el financiamiento proviene del gobierno estatal, no del ayuntamiento.
Los vecinos de la zona alta planean tocar las puertas de la gobernadora Delfina Gómez, no sólo para pedir atención al grave problema de agua que enfrentan, sino para denunciar al alcalde Felipe Arvizu de la Luz por no atender y cerrar las puertas a sus demandas urgentes, a pesar de que el precio del agua se elevó a principios de este año en más del 200 %.
En este contexto, a pesar de que lo anunciado es algo relevante, los vecinos creen que no se pueden distribuir los recursos con fines políticos, sobre todo sabiendo de la necesidad vital que es el agua potable.